miércoles, 9 de marzo de 2011

Carta a un amigo

Humbertini:

A propósito del día de la amistad te quiero dedicar estas palabras y lo hago por este medio para que los jóvenes se enteren que la amistad no es un cuento.

Este año, si Dios nos presta vida, cumpliremos 60 años de edad (ya llovió) y más de 50 años de que somos amigos. Nos conocimos en la escuela primaria y  para mí fue una sorpresa  enterarme  que  el niño,  mi compañero de banca,  era el mismo al que le había caído en plena cabezota, poquitos días antes, el palo mayor de la carpa de los animales del circo que por esos días visitaba el poblado (Camargo amargo, pero “engreidor”). Para poder hacerte el Tru- Trú te pelaron a rape y de ahí que en la escuela te bautizáramos con el apodo de El Pelón.

Una anécdota que recuerdo muy bien es el regaño de tu hermano Rogelio por el hecho de que siempre te mantenías colgado de mi cuello (tú eras más bajito) y enojado nos decía que siempre andábamos mancornados (supongo que como los bueyes), ¡Déjalo! ha de haber estado celoso. También recuerdo aquellas gallinas pequeñitas que tenía tu mamá a las que les nombraban alequines y aquel “radiotote” que tenía tu papá y que sintonizaba estaciones de todo el mundo.

Muy pequeñito, ante la ausencia de tu papá, tuviste que trabajar y hacerte cargo de tu familia pues eres el mayor de los hermanos, por eso, estoy seguro, Dios te tiene reservado un lugar especial.

Dicen que a los amigos se les quiere más que a los hermanos porque a los amigos uno los escoge y los hermanos Dios simplemente nos los envía, bueno, en mi caso yo no tuve la disyuntiva de tener que escoger entre ambos cariños pues en el año 1970 ya viviendo ambos aquí en Chihuahua, donaste sangre para mi padre que estaba muy enfermo;   díganme los que me leen ¿cómo pago yo este gesto? Mi padre murió a los pocos días,  Dios lo tenga en la gloria, pero desde ese momento nos convertimos, tú y yo, en hermanos de sangre.

Hoy el que está enfermo eres tú pero te quiero pedir otro favor: No te me vayas a pelar de casquete corto y yo por mi parte te prometo seguir aferrándome a la misma tablita: ¡La hermosa vida!

¡Te quiero, Carnalito!
Enrique Arteaga Sustaita.







No hay comentarios:

Publicar un comentario